Quien aún no ha entendido, después de ‘Snowden’ y sus revelaciones, que nuestro querido ‘ciberespacio’ ya no está en manos de sus usuarias, y esto desafortunadamente desde hace mucho tiempo, sino que constituye una zona muy vigilada y de mucho riesgo. La usuaria, aparentemente libre en sus movimientos y dotada de incontables facilidades -a menudo provistas «gratuitamente»- se ha convertido de hecho en un sujeto cautivo que es, al mismo tiempo, rehén, conejillo de indias y sospechoso.
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